Caminando por las calles de la ciudad donde siempre he
vivido no podía decir dónde me encontraba o hacia donde iba.
Estaba perdida.
Algunas lágrimas me impedían la visión de vez en cuando,
justo en el momento en el que la aprehensión se hacía casi insoportable.
Corría sin rumbo, corría cada tarde, corría incluso cuando
me sentaba o cuando dormía. El aire se ausentaba de mis pulmones por momentos y
me ahogaba. Mi pecho se sentía como una cavidad para huesos, con músculos sobre
ellos… Pero de alguna manera no sentía nada ahí dentro más que el músculo que
bombea sangre latir desesperado, ruidoso, apurado, desentonado, dando traspiés…
Pero nada más.
Estaba vacía.
Mi piel perdió sensibilidad y mi estómago a duras penas
retenía el alimento. Un dolor físico general acompañaba mis días, dolor sordo y
sin sentido. Era como estar en un agujero negro, me tragaba, me aprisionaba, me
dejaba sin respiración. Era casi insoportable. -Quita lo de “casi”.- ¿Cómo coño
se puede sentir tanto dolor en el cuerpo y al mismo tiempo no sentir nada? Respirar
dolía, moverse dolía, incluso pensar dolía… Pero si algo o alguien intentaba
algún tipo de contacto, de la clase que fuera, no podía sentirlo.
Estaba entumecida.
La gente hablaba, preguntaba, reía, se quejaba; todo a mí
alrededor. Yo no podía saber realmente por qué lo hacían. Se daban cuenta de
que parecía ausente y preguntaban cosas sobre las que hablaban, por lo que
reían o se quejaban. Siempre respondía mecánicamente porque, aunque mi mente
estaba ausente, mis oídos funcionaban a la perfección.
Ya no estaba.
Después de un tiempo supe con certeza que aunque
eventualmente llegara a prestar atención a todo nuevamente y volviera a reír
todo sería producto del momento, no trascendería, no sería algo duradero… Y mis
pulmones nunca más volverían a funcionar correctamente.
Me moría.
De alguna manera, no sabría decir cual, no había vuelta
atrás.
¿Qué pasó conmigo? ¿Dónde mierda estoy? ¿Por qué ya no
lucho? ¿Por qué no puedo sentir nada? ¿Quién demonios soy ahora?
Me perdí.
...
Me entumecí.
...
Me ahogué.
...
Me fui.
...
Morí.
Seguiré mutando, readaptándome, amando, viviendo… Y sin
embargo, no podré encontrar, reanimar ni revivir esa parte de mí que se fue
contigo cuando decidiste marcharte.
Y siento que con eso te perdiste tú también, te fuiste
entumeciendo, te ahogaste y moriste… [Al menos para mí]
0 comentarios:
Publicar un comentario