Monologo de una princesa

-Hola, ¿quien eres?

-Soy… La princesa.

-Princesa… -Hace una reverencia-

*Se congela la escena*

…Bienvenido a mi mundo, donde todo gira en torno a la apariencia y el poder.

Todo debe hacerse bien, pensando y calculando siempre, fríamente, la reacción del público.

Todas quieren ser como yo, quisieran estar en mi lugar, mientras yo quisiera poder ser como todas.

En mi vida todo está programado, desde cómo me vestiré, hasta qué diré. Incluso a quien conoceré, con quién debo hablar y a quién debo evitar.

Mantén una buena postura, la sonrisa no debe ser muy amplia, pero tampoco muy cerrada, no cruces las piernas, cruza los tobillos, al saludar no agites el brazo, solo mueve la mano delicadamente, camina derecha, pasos cortos, pero firmes, al asentir solo inclina un poco la cabeza de lado… <>

A veces me pregunto: ¿Quién soy aparte de la princesa? ¿Cómo soy realmente? ¿Qué hay más allá de todas estas posturas y comportamientos aprendidos?

Ya no quiero sentarme delicadamente sobre el caballo, quiero cabalgarlo; correr bajo la lluvia, despeinarme, sonrojarme, bailar con el viento, decir una que otra grosería, bailar en algún bar de moda, conocer un chico en un café, enamorarme, romper algún corazón, que rompan el mío, quiero vivir realmente… ¡Quiero ser como cualquier otra chica!

Pero debo ser perfecta.

Soy la que todos ven, a la que todos miran y admiran, pero la que nadie conoce, ni siquiera yo misma…

Quisiera decir:

*Continúa la escena*

-Hola, ¿Es ud La princesa?

-No, solo soy… ¡YO! Una chica común.

Mientras tú amas a otra.

Llega la madrugada, por momentos te recuerdo, lo suficiente como para darme cuenta de cuanto extraño hablar contigo, de que extraño incluso las peleas, esa facilidad con la que nos hacíamos molestar… y todo eso que venía después siempre.

Escucho a lo lejos aquellas gotas caer, esas que te deleitaban.

Me mantengo firme, porque aunque “tengo bolas”, me falta voluntad. Por lo menos en lo que a ti respecta.

Trago grueso, pienso en cómo pasaron las cosas y recuerdo entonces que no me quieres como yo te quiero, como quiero que me quieras; que se escapa de mis manos porque no hay nada que pueda hacer para que eso cambie, porque no puedo obligarte a sentir algo, nada.

Me digo que debo tener paciencia conmigo misma, que ya pasará, que pronto dejaré todo esto atrás, que llegará eso que espero, hablo y hablo… y me consuelo sin parar, pero sin llorar…

Últimamente hablo más que de costumbre conmigo misma.

La vida no es justa, pero hay que vivirla valientemente, arriesgarse y caer.

Los raspones en las rodillas y hasta las heridas más profundas se curan y siempre nos recuerdan algo. Las heridas de amor, por otro lado, son como las heridas de guerra, pero invisibles. Hay que llevarlas con orgullo. Seguir adelante sin mirar atrás es uno de los actos más difíciles, yo me obligo a superar, arranco los retrovisores y agradezco a un Dios en el que tu no crees por ser miope y por mi astigmatismo, así no puedo ver pa’tras.

Tomo mi resolución, la abrazo fuerte y digo: “Aquí es donde tienes que ser terca, cabeza dura y orgullosa mijita”

Si no es ahora, ¿Cuándo?

Alguien abrió mis ojos y sopló todas las basuritas que tenía y no me dejaban ver, esa persona me dijo: “Así como hacía contigo, debe estar haciendo con ‘la nueva’ no seas tonta”

“Se está acostando con otra” –Resonaba en mi cabeza–

Debo admitir que te traigo a mi mente a propósito, en momentos específicos, aparece aquella foto dibujada en mis ojos cerrados <>.

Mientras tanto,

en alguna parte del mundo,

TÚ 

le haces el amor a otra.

La Casa.

Voy  tocando puertas, nadie contesta.

Hay una casa, me parece conocida… Tengo recuerdos de ella, en ella.

Alguien, desde algún lado me grita: “No hay nadie en casa”

-Está vacía-.

Comienzo a mirarla, detallarla; luce desolada, abandonada, dolida, fría y sin vida… Pero sigue en pie, como esperando que alguien venga y la reviva.

Me siento perdida, ella solía ser hermosa, alegre, llena de gritos y risas, ¿Qué le pasó?

Su dueño la abandonó, dijo alguien a mi lado.

Yo la sentí fuera de lugar, como si no perteneciera más a ese sitio, como si quisiera esconderse para derrumbarse en paz…

Pobrecita, debe sentirse sola.

Yo quiero entrar, una fuerza se apodera de mí, es como si quisiera devolverle todo lo que ha perdido. -Es mi naturaleza-

Y entonces la casa me dice que no me moleste, que está derrotada.

-Hago caso omiso- La pinto, la adorno, la lleno de todo lo que hace falta para revivir una casa, pero la casa necesita a su dueño… no a mi.

Su dueño ya no volverá, porque consiguió una casa más grande, más luminosa y espaciosa, una casa mejor.

Y mientras tanto la casita, la pobre casita luce más bonita que nunca, pero sigue sola, triste y abandonada.

Nadie quiere a la casita, aunque todos la miran y la admiran.

El sol brilla cada día… Y eso que él vive solo.

Una vez, la primera vez, pensé que nada más habría sin ti.

Cuánto me alegra poder decir: “Me equivoqué”.

Sí, hubo un después…

No vengo a contar la historia de el después, vengo a contar la historia de después del después… ¿Complicado? No, complicado fue dejarte ir, pensar que esta era mi última oportunidad.

Pero no lo era, no lo es…

¿Sabes a ciencia cierta cuanto te falta por vivir?

¿Sabes cuanto te falta por experimentar?

¿Cuánto te falta por conocer?

No, no puedes saberlo, tampoco puedes saber si todo irá bien o mal, la única opción es vivir.

Una vez dije y de hecho te invité a irte a la mierda, con todos los gastos pagos, pero descubrí que ir allá es gratis, así que decidí largarme a la mierda por mi cuenta y en soledad.

No, no es grosería, ni vulgaridad, esto es sinceridad.

Entiendo que a veces la sinceridad, la verdad y sus colegas pueden resultar chocantes, dolorosas e incluso crueles, pero ya no me queda más remedio. Tuviste tu oportunidad y solo quisiste aprovecharla cuando ya no me tenías…

¿Quién te crees que soy? Hasta los más pendejos tenemos un límite.

Te di todo lo que podía darte y no fue suficiente para ti, ni siquiera lo tomaste en cuenta.

¿Cómo pretendes que siga en tu vida, mi amor? No, mi amor no. Eso lo estoy guardando para quien sí merezca tal regalo.

No sé que parte de no me busques mas fue la que no se entendió. Sabías que cosas tristes y dolorosas pasaban en mi vida, ¿y luego de un tiempo, convenientemente te interesa? Permíteme reír.

Mira que no escribo esto con rencor, sino con un profundo amor por mi y mi bienestar.

Incluso el sufrimiento viene limitado y esto desde hace rato es mas de lo que puedo soportar. La decisión de hasta donde llegar con la novela, la lloradera y el dolor  está en estas manitos, en las tuyas y en las de cada persona.

No vengas luego a preguntarme que quise decir o por qué escribo esto. Simplemente no lo hagas porque se cuan inteligente eres, conozco tu capacidad de hacer la vista a un lado cuando te conviene, como también se que aunque te resistas entiendes cada una de las cosas que aquí digo.

¿Sabes que hay después?

Alguien medio en broma y medio en serio me dijo: “Hay un camino”

Un mundo por descubrir, muchas personas por conocer, sus tipos, formas, caracteres, el ser en más de una expresión de personalidad… Tantos lugares por explorar, tanto que ver, tantas conversaciones por tener, tantos temas; adrenalina y calma, paz y excitación, tristeza y alegría, rabia y emoción, nuevamente el amor… ¡Quiero vivirlo todo! Un placer haberte conocido, lástima que no seguiste en el paseo cuando mejor se ponía.

Una torre, tráfico, gente que va y viene, un mar, una montaña, nieve, calor… Y en medio de todo, YO, que vengo a los espacios abiertos, esperando que vuelva a brillar el sol… Ya veo sus rayos, comienzo a sentirlo en la piel, levanto mi cara hacia el y pienso:

“Si el sol después de tanta tormenta, lluvia, blancura, frío, humedad y vientos arrasadores consigue brillar de esa forma, dar calor a todos, salir cada mañana con una aparición triunfal e irse cada noche haciendo un espectáculo de belleza y grandeza, sin importar que se va a la cama solo, yo también puedo”.